lunes, 9 de diciembre de 2013

PALABRAS PARA UN PAISAJE CAMPO DE MONTIEL


Palabras para un paisaje: Campo de Montiel

La patria para Sancho es ese espacio concreto y humano que la memoria puede abarcar, un paisaje, unas gentes. Ambos personajes viajan con su pueblo a cuestas. La historia se ha escrito con hechos y hazañas memorables. El paisaje no es una mera cuestión de geografía. Se contempla en la distancia, va adherido a la propia nostalgia, a la infancia, a la memoria del hombre. Bajo el cielo azul intenso del Campo de Montiel es posible imaginar a Cervantes, pensativo, buscando el escenario del punto de partida. Entre el llano y la sierra proyectó los sueños de dos vidas diferenciadas y en parte paralelas, que las hizo converger. Alonso Quijada o Quesada, un hidalgo conocido por todos los habitadores del distrito del Campo de Montiel, de vida sosegada, dedicado a su hacienda, a la caza y a la lectura.
 
 
Cuando Alonso Quijano deja de ser el apacible hidalgo, se rebautiza como don Quijote de la Mancha, austero en el yantar, liberador y deshacedor de entuertos. Entrevé cierta amistad pero sin llegar a perder la relación de amo-señor con su escudero Sancho, un labrador pobre sin posesiones, el cual subsiste con el jornal que percibe labrando tierras ajenas. Es un buen escudero, nunca verá a su señor como un loco sino como un equivocado. Hombre de bien, pero de muy poca sal en la mollera; sobre su jumento es un patriarca con sus alforjas y su bota, con mucho deseo de verse gobernador de la Ínsula que su amo le ha prometido. Conseguida la Ínsula y cuando sale de ella, Sancho nos confiesa que entiende más de arar, cavar y podar y ensarmentar las viñas que defender provincias o reinos, más prefiere hartarse de gazpachos, acostarse a la sombra de una encina en el verano y arroparse con un zamarro.
 
 Foto: Carlos Barraquete
 
La patria para Sancho es ese espacio concreto y humano que la memoria puede abarcar, un paisaje, unas gentes. Ambos personajes viajan con su pueblo a cuestas. Es el sentimiento del amor al terruño y a los suyos. En palabras del filósofo Antonio Rodríguez Huéscar: "El alma de don Quijote es una quintaesencia del alma campomontielense".
                                                                       Mª Angeles Jiménez García
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